Danza

La sílfide y el escocés… una celebración al romanticismo

Por: Josué Romero — 21 de mayo, 2015

Compania Nacional de Danza presenta La silfide y el escoces, en el Palacio de Bellas Artes, mayo 2015 “La sílfide es un papel difícil y complicado para la mujer, porque tiene muchos saltos. Es un estilo que no está en todos los ballets y hemos trabajado mucho para conservarlo. Es la primera vez que interpreto este personaje y creo que uno le puede imprimir su personalidad siempre y cuando se conserve el estilo”, Ana Elisa Mena, primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza.

El ballet me ha llegado a gustar tanto que pienso, que cuando las bailarinas se ponen sus zapatillas no sólo son capaces de bailar de puntitas, sino también de volar. Esa es la magia que esta disciplina crea en el escenario: el control absoluto del cuerpo, la belleza, la armonía y la elegancia en una creación que lleva el arte a su máxima expresión. Porque en el escenario del ballet, pareciera que hay un código secreto que controla la cabeza, las manos, los brazos… el cuerpo en armonía con la música ¡La belleza total!

Y si antes me gustaba la danza clásica, después de ver La sílfide y el escocés que ha repuesto la Compañía Nacional de Danza, esta noble disciplina me ha terminado de cautivar. Pero vamos por partes, como dirían los clásicos. Dicen los que saben, que esta obra se presentó por vez primera en 1832 en la Ópera de Paris, y con ella anunció la llegada del ballet romántico y la era del ballet blanc, un estilo que integra fantasía, naturalismo y poesía a la escena coreográfica.

Con La Sylphide, se asientan algunos de los pilares de la llamada escuela danesa, que entre los elementos de dificultad prima el salto de los intérpretes. Por eso, para el papel principal, además de fragilidad, la bailarina que lo encarna ha de estar dotada de sutilidad y elegancia en su actuación y su vuelo por el aire.

Compania Nacional de Danza presenta La silfide y el escoces, en el Palacio de Bellas Artes, mayo 2015 La sílfide y el escocés es una coreografía creada por Terrence S. Orr, según la original de August Bournonville, acompañada por la música de Hermann von Løvenskjold, en la versión de la CND, que forma parte de su repertorio desde 1990, la escenografía y el vestuario es un diseño Eugenio Servín; y la iluminación de Rafael Mendoza.

La trama de este ballet, que fue el primero en bailarse de puntas, cuenta la historia de James, un joven escocés que está a punto de casarse con su prometida Effie.

Sin embargo, en el día de su boda se aparece un ser etéreo, una sílfide, símbolo del amor inalcanzable, que le baila antes de desaparecer por la chimenea. James trata de olvidarla, mientras da la bienvenida a su novia y sus amigas.

Otro de los personajes significativos de este romántica danza es Madge, la hechicera, a quien la bella protagonista trata de manera violenta, situación que propicia una pequeña venganza por parte del perverso personaje, quien al leerle la mano le dice que no contraerá matrimonio con James, sino con Gurn, primo de nuestro héroe.

Ya en la ceremonia, la sílfide se apodera de la alianza de la novia y corre a esconderse en el bosque. James la persigue olvidándose de su prometida. Así, el apasionado campesino se encuentra con Magde y su séquito de grotescas brujas, quien ha preparado un brebaje con el que empapa una bufanda.

Compania Nacional de Danza presenta La silfide y el escoces, en el Palacio de Bellas Artes, mayo 2015 James hace suya la prenda creyendo lo que dice la bruja: con ella logrará retener a la sílfide, este espíritu imaginario del aire, sin saber en realidad que hay un final sorpresivo y estremecedor que rompe con todo lo esperado en esta gran fiesta de jóvenes enamorados.

En esta celebración de belleza y poética corporal, Ana Elisa Mena, primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza es quien da vida a la Sílfide, mientras que Erick Rodríguez es James, ambos coinciden que esta puesta en escena es muy efectiva para que el público se inicie como espectador de la danza clásica: “es una coreografía muy bien montada y explicada. La gente la entiende. Esperamos que nos acompañen y que lo disfruten porque vale mucho la pena”.

Y vaya que vale la pena ser parte de un escenario mágico donde seres etéreos, brujas y hechiceras vengativas y el maravilloso arte del amor se apoderan de nuestros sentidos para llevarnos a uno de los géneros más sublimes de las bellas artes: la danza clásica. ¿Quieres ser parte del mundo mágico de La sílfide y el escocés? Aún hay tiempo, las últimas funciones de este misterioso ballet feérico que evocaba las brumas de Escocia, son hoy jueves 21 y el domingo 24 de mayo en el Palacio de Bellas Artes. Fotos: Carlos Quezada

2 respuestas a “La sílfide y el escocés… una celebración al romanticismo”

  1. CARLOS QUEZADA dice:

    LAS FOTOGRAFÍAS LLEVAN CRÉDITO DEL FOTÓGRAFO, PARECEN NUEVOS.

  2. Susana Fernández dice:

    Gracias por la aclaración y sobre todo, por la cortesía.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.