
Por: Roberto Sosa — 18 de septiembre, 2014
“Es una obra sobre el colonialismo a partir de una historia relacionada con el abuso de poder y los laberintos de lo domeÌstico que avanza con las manecillas del reloj por la obsesividad de sus personajes, cuya poesiÌa estaÌ en la temperatura de su almaâ€, Mauricio GarciÌa Lozano.
Una mentira, es una una nueva producción de la CompañÃa Nacional de Teatro –que se presenta en la Sala Héctor Mendoza, sede de la compañÃa, con funciones de jueves a domingo hasta el 12 de octubre–, una creación teatral de Jimena Escalante, quien basada en la novela Una historia verdadera basada en mentiras de Jennifer Clement, y en mancuerna con la visón escénica de Mauricio GarcÃa Lozano nos descubre lo retorcido que puede existir atrás de un melodrama cuasi televisivo.
Se trata de una creación de caraÌcter intimista, que sucede en la ciudad de México, entre el terremoto del 57 y los Juegos OlÃmpicos del 68. Una historia donde se exhiben los secretos de una casa burguesa, la vida cotidiana de unos seres con una problemática común y corriente, no separada de cualquier realidad hogareña: un hombre poco preocupado por las minucias de la casa, pero si muy ocupado con los amores que profesa a una de las empleadas del servicio, y más allá de los “cuernosâ€, el tormento de una esposa obligada a convivir con la amante de su esposo…
En la radio se escuchan los boleros que marcaron la época; en la televisión se oye la voz de Diaz Ordaz que inaugura la Olimpiada en Ciudad Universitaria, en aquel emblemático 68, el de Tlateloco. Un periodo de tiempo con una sociedad distinta a la de hoy, con otra mentalidad, pero que aun cuando suene a añeja, aun persiste.
AsÃ, las escenas se desarrollan en la cocina de un hogar, cuatro paredes que guardan el universo femenino; atrás en el jardÃn, habita un árbol, un toronjo (inevitablemente me recordó la obra de Antón Chéjov, El jardÃn de los cerezos), mudo testigo de los acontecimientos. Cuatro mujeres y un hombre, habitan el hogar de la familia O´Conner, un matrimonio bien habido (además de un hijo que no aparece en escena) y sus tres sirvientas.
Marina Giménez es la señora O´Conner, la dueña de la casa, quien en apariencia lo tiene todo, un esposo atractivo, el señor O´Conner (interpretado por Andrés Weiss), un hijo y un hogar confortable… pero en la realidad, vive con un enorme vacÃo existencial. La comodidad del dinero le otorga el privilegio de tener a su servicio a SofÃa (Ana Ofelia MurguÃa) y Josefa (Ana Ligia GarcÃa).
La llegada de una tercera, Leonora (Gabriela Núñez), aquella jovencita de campo educada en un convento que descubre un mundo completamente nuevo: la sexualidad, cambia el rumbo de los acontecimientos, le da un giro total a su vida, asà como a la existencia de los otros personajes.
Es asà que la mentira lleva al delito; la agresión no es con un arma. Se transgrede con una caricia, con un suspiro, con una mirada… Leonora y el señor O´Conner, viven la pasión y el deseo; su existencia sexual determina un intenso juego de relaciones pecaminosas, pero sabrosas: de pie frente a la estufa, sobre el mueble de la cocina, detrás del refrigerador. Las sirvientas están para “servir…â€, para el señor de la casa también procede el ancestral sometimiento a través del sexo, al patrón se le confiere ese derecho, forma parte del servilismo.
En el segundo acto aparece un nuevo personaje, Mosca (Olivia Lagunas) producto de la relación de O´Conner con aquella mujer llamada Leonora. Un dibujo más de un tÃpico matrimonio, donde el el infiel marido toma a la servidumbre como su amante, durante 11 años, de esa relación nace una hija, que es adoptada –mejor dicho, robada por el matrimonio– la hija negada, quien creció en medio de una farsa, separada de su madre; una sirvienta que no tiene cabida en ese hogar, pero permanece porque ha despertado el amor en el señor de la casa, finalmente aun cuando es despedida de la casa, Leonora, antes de irse, buscará… otra solucioÌn.
Como se acostumbra, el trabajo histriónico en esta nueva propuesta de la CompañÃa Nacional de Teatro, son excelentes: Mariana Giménez da vida a una mujer necesitada de afecto, vacÃa a pesar de los lujos que la rodean. Ana Ofelia MurguÃa le brinda el equilibrio al reparto: una vieja sirvienta que sabe de todo, no sólo lo que se debe hacer en la casa, también en la vida; Ana Ligia GarcÃa, es una actriz que llena la escena con su sola presencia, aun cuando sólo dice “si” y “noâ€, su papel es determinante.
Andres Weiss y Gabriela Núñez, además de llevar el peso de la historia, el cual lo sustentan en una excelente creación del personaje, consideramos, que el representar un interludio erótico ante el público significa todo un reto, pero para dos actores de su calidad, el desafio siempre será picata minuta. Por su parte, Olivia Lagunas construye espléndidamente a esa adolescente precoz que vive… Una mentira.
Ximena Escalante es quien escribe y Mauricio GarcÃa Lozano, quien tiene la responsabilidad escénica, juntos en una perfecta mancuerna concretan este melodrama con todos los elementos propios de una telenovela que se puede ver en algún canal de la televisión comercial, sin embargo, al verla en la escena teatral adquiere otra dimensión, se ve con otra perspectiva. La historia y los personajes están vivos al frente al espectador. Fotos: Sergio Carreón Ireta.
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