Teatro

Emigrados y la necesidad de huir para dejar se ser esclavos

Por: Aracely Cortés — 1 de noviembre, 2008

Emigrados, bajo la dirección de David Psalmon se presenta en el Centro Cultural Helénico, nov 2008 Hay ciertas circunstancias que le dan magia a la literatura y al teatro, una de ellas radica en que las obras y los personajes no tienen tiempo ni espacio definidos, esto se aplica para el texto del famoso escritor polaco Slawomir Mrozek, cuyas obras han sido traducidas a más de veinte idiomas.

En esta ocasión, su texto sobre la permanente movilidad que tiene el ser humano en busca de mejores o diferentes oportunidades fue retomado por David Psalmon ya que bajo su dirección se presenta Emigrados, obra que después de una exitosa temporada en el Centro Cultural del Bosque llega ahora al Foro La Guta del Centro Cultural Helénico.

En momentos parece que el texto y la escena tienen un toque de Beckett por las dudas y por los dos personajes que preguntan, pero los personajes que salieron de su país en busca de otros espacios tienen respuestas y creen tener razones, diferentes para cada uno de ellos, ya que por ser distintos en su clase social, en su posición intelectual, en sus expectativas ven el obligado exilio de diferente forma, el desarrollo de la obra puede ser en Europa con inmigrantes africanos, en China con inmigrantes del Oriente Medio, en México con inmigrantes centroamericanos o nuestro lugar común, mexicanos en Estados Unidos, después de la Primera Guerra Mundial, después de la Gran depresión en 1929 o bien puede ser hoy.

Emigrados, bajo la dirección de David Psalmon se presenta en el Centro Cultural Helénico, nov 2008 Lo cierto es que esta puesta en escena de la compañía Teatro sin Paredes con la actuación de Hernán Mendoza y Silverio Palacios ó Carlos Valencia nos mueve a la reflexión de lo obstinados que podemos ser, de la costumbre de movernos siempre en círculos sin percatarnos que hay algo más a nuestro alrededor; que tal vez lo que veamos no resuelva ninguna de nuestras dudas, pero que nos permite entender que hay diversas formas de asimilar la vida y sus múltiples partidas.

La libertad es un tema complejo, pero bien abordado, cuestiona éste punto sobre qué tan libres somos cuando sólo aspiramos a una sobrevivencia y una vida material impuesta por el exterior y asumida por cada uno, o bien la libertad del intelectual que sus miedos lo condenan y lo llevan a no ser mas que un espectador paralizado por su miedo, con profundos análisis pero cautivo de él mismo.

El fuereño siempre queda con la nostalgia del país, familia, trabajo o amigos que dejó; la adaptación al nuevo espacio siempre representa un reto, ya su condición misma de alguien que busca algo mejor le hace más difícil el camino, el obstáculo de hablar diferentes idiomas está presente en uno de los personajes pero en otro no, aquí es donde se profundiza más sobre las razones para salir de un lugar donde tienes identidad y llegar a uno donde además de ilegal no tienes nada.

Tal vez sólo algunas costumbres permitan el acercamiento de éstos disímbolos personajes que sentados uno frente al otro y bebiendo una botella de vino le dan la bienvenida a un nuevo año y permiten que uno salga del teatro con algunas preguntas por resolver.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.