El murciélago de Johann Strauss hijo, clausura la Temporada de Ópera en el Palacio de Bellas Artes

Por: Enrique R. Mirabal — 8 de diciembre, 2018

Compania Nacional de Opera presenta El murcielago, de Johann Strauss hijo. Palacio de Bellas Artes, diciembre 2018. Foto Ricardo Martini El cierre del año 2018 de la Compañía Nacional de Ópera en el Teatro de Bellas Artes corre a cargo de una opereta que es una de las favoritas del público cercano a este género, especialmente, en los teatros de ópera por ser, sin duda alguna, la más cercana a los cánones operáticos por la solidez de su orquestación y por requerir de voces amplias, potentes y de notable alcance para ser escuchadas en grandes teatros.

Estamos hablando de El murciélago (en el original alemán, Die fledermaus), escrita por Johann Strauss hijo o número II (1825-1899) quien en realidad es el Strauss número 1 en popularidad ya que todos lo admiran por sus valses, polkas, marchas y operetas que, por supuesto, cuentan con una gran muestra de las formas musicales mencionadas.

La carrera de Strauss hijo fue larga, productiva y, lo principal, exitosa. Consolidando el ritmo de 3×4 que su padre inició a la par de Lanner, también brilló en la lírica mas no en la ópera: su Ritter Pásman de 1892 apenas está recibiendo en décadas recientes la debida atención de directores y casas de ópera; sin embargo, sus operetas han corrido mejor suerte.

Compania Nacional de Opera presenta El murcielago, de Johann Strauss hijo. Palacio de Bellas Artes, diciembre 2018. Foto Ricardo Martini De las dieciséis compuestas, las más recurrentes en los teatros y grabaciones son Sangre vienesa, El barón gitano, Una noche en Venecia y la más popular, El murciélago. Extractos de las restantes operetas pueden escucharse en conciertos, especialmente en los tradicionales de Año Nuevo en Viena.

Las operetas y el Imperio Austro-Húngaro han ido de la mano en el devenir histórico hasta la segunda década del siglo XX y también en lo geográfico. En las regiones de la Europa central que circundan a Austria, la popularidad del género que alterna diálogos jocosos o románticos con romanzas, dúos y concertantes, el interés no ha decaído del todo.

Hungría, Rumania, Bulgaria y la República Checa ofrecen temporadas más o menos frecuentes con operetas vienesas y otras locales. En la ex-Unión Soviética, hay teatros dedicados a la opereta. En Alemania, la tierra del singspiel, ancestro ilustre de la opereta, las obras musicales derivadas del estilo de Kurt Weill y los musicales americanos e ingleses han opacado las valsantes obras de Strauss.

Compania Nacional de Opera presenta El murcielago, de Johann Strauss hijo. Palacio de Bellas Artes, diciembre 2018. Foto Ricardo Martini El murciélago de Strauss junto a La viuda alegre del húngaro Franz (Ferenc) Léhar son las operetas más representadas en el mundo. Comparten, además del favor del público y las disqueras, la anuencia de las principales casas de ópera del mundo.

Fastuosas producciones con decorados que exudan nostalgia por los viejos tiempos con tecnología del presente más bailables llamativos son los recursos más comunes para atraer al público.

Desde el Met de New York hasta la Ópera de Viena, la temporada de fin de año es la más visitada por estas operetas, especialmente, El murciélago, puesto que Le reveillon, obra francesa de donde procede el argumento de la opereta vienesa remite, como reflejo inmediato, a la Noche Vieja con la que se despide al año que fenece.

Tradicionalmente, en El murciélago, hay un rol masculino, el Príncipe Orlovsky, que, casi siempre, es cantado por una mezzo o contratenor. En el segundo acto, en el que transcurre la fiesta mencionada, el anfitrión Orlovsky presenta a algún o algunos invitados que, en realidad, son una sorpresa para el público y, por descontado, no se desvela el misterio hasta el último momento.

Compania Nacional de Opera presenta El murcielago, de Johann Strauss hijo. Palacio de Bellas Artes, diciembre 2018. Foto Ricardo Martini La suerte de esta opereta en la Compañía Nacional de Ópera de Bellas Artes ha oscilado entre el erróneo tratamiento a la decepción del público. El querido escenógrafo David Antón (QEPD), una autoridad en el teatro mexicano y con excelentes creaciones para el Teatro de Bellas Artes y muchos más, abandonó, hace algunos años, los ensayos y exigió que se retirara su crédito ante la chabacanería que permeaba toda la puesta en escena de El murciélago ¿Qué ocurrirá en este 2018?

En Viena, su estreno sucedió durante una grave crisis económica en Austria, sin embargo, la situación de la bolsa de valores, además de las pérdidas de los grandes empresarios y los percances sufridos por las familias de abolengo, no mermaron su éxito, lo contrario, para el público que asistía al Theater an der Wien, El murciélago significaba un divertimento muy necesario.

En, México, no es forzoso vivir una mala racha, para la Compañía Nacional de Ópera, todas las producciones (pueden ser buenas o malas) tienen una vida muy corta y lo peor, en su mayoría nunca vuelven a ser escenificadas. En el caso de este gran cierre, El murciélago, no es la excepción, la temporada, una vez más, será breve, sólo ofrecerá cuatro funciones, domingo 9, martes 11, jueves 13 y cierra el domingo 16 de diciembre.

Compania Nacional de Opera presenta El murcielago, de Johann Strauss hijo. Palacio de Bellas Artes, diciembre 2018. Foto Ricardo Martini Las voces que dan vida a esta opereta que se estrenó en México, (cantada en español) el 11 de diciembre de 1887, en el Teatro Arbeu, llevan la participación femenina de las sopranos Marcela Chacón y Claudia Cota. Así, como la mezzosoprano Guadalupe Paz, como el príncipe Orlofsky, tal y como adelantamos.

Los cantantes son, los tenores Enrique Guzmán y Antonio Duque, los barítonos José Adán Pérez y Armando Gama. También interviene un viejo conocido en el escenario de la ópera en México, el bajo Charles Oppenheim, como Frank, alcalde de la prisión.

Un elenco totalmente nacional que a través de su talento vocal y la dirección escénica de Luis Miguel Lombana representan una de las obras más connotadas de Johann Strauss hijo, la cual, además, de su brillante instrumentación, en su contexto encierra humor, ingenio y alegría de vivir, tres cualidades muy propias para celebrar las fiestas decembrinas. Fotos: Ricardo Martini.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.