La coreografía: el nacionalismo de Raúl Flores Canelo

Por: María Teresa Adalid — 8 de septiembre, 2007

Los valores esenciales para la preservación de rasgos e identidad se conocen a través del estado y la nación que se gestan a través de movimientos sociales y políticos. El sentimiento arraigado y profundo se encarna en el alma pero también se vuelve una ideología compartida a nivel doctrinal.

La coreografía: el nacionalismo de Raúl Flores Canelo, libro de María Cristina Mendoza La investigadora María Cristina Mendoza reconoce estos tópicos en las creaciones de Raúl Flores Canelo a quién se le calificó como ‘mexicanista’ por la visión nacional que abarca tanto el hecho político, como la cuestión social y cultural en sus creaciones de danza moderna, de ahí que su libro “La coreografía: el nacionalismo de Raúl Flores Canelo editado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, analice los tintes de la conciencia y el carácter nacional.

Impulsada también por una admiración de índole personal desde la época de estudiante en la Academia de la Danza Mexicana, María Cristina divide el libro en siete capítulos con sus conclusiones. Todo un mundo navegante por desprender. En el capítulo uno partimos desde la reflexión acerca de la carencia de una metodología unificada para analizar las obras coreográficas en los círculos de investigación de danza.

La problemática referente al nacionalismo y la incursión de éste en la danza para expresar su carácter nacional como el jarabe tapatío y folclore patrio; la problemática de la enseñanza en las instituciones de danza, el desapego del romanticismo y la pertenencia a una generación que le tocó presenciar y participar en cambios que permitió el desarrollo de artistas plásticos, músicos, literatos, bailarines y jóvenes coreógrafos.

Movimientos ávidos y revolucionarios, que hacían hincapié en los proceso para la revisión extrema de la historia, la vocación de resistencia y también en el arrojo, desafiando el miedo que implican las rupturas y creaciones artísticas que conllevó a aterrizar en la época de oro que surgió con las agrupaciones iniciadas en 1940 por Anna Sokolow (la paloma azul) y Waldeen (BBA). La también historiadora de arte hace ciertas precisiones a este tema, tan analizado y escrito en los medios intelectuales.

En el capítulo dos, encontramos un esbozo biográfico. La autora profundiza en detalles acerca de la familia del bailarín y costumbres, su iniciación formal y vocacional. Los cimientos para su futuro desempeño como coreógrafo, diseñador de vestuario, y de escenografías. Problemas infantiles y su incursión en la adolescencia donde desarrolló su habilidad en las artes plásticas hasta su llegada a México.

La coreografía: el nacionalismo de Raúl Flores Canelo, libro de María Cristina Mendoza Cabe mencionar que Raúl Flores Canelo rememora haber bailado en lugares extrañísimos, como en atrios de iglesias, estadios, canchas deportivas, plazas, teatros de pueblo. El artista recorrió sitios recónditos y lugares exóticos llevando el arte a un encuentro antropológico que conformó el desarrollo conceptual y creativo de cada uno de los miembros en su equipo.

Otro dato, que se menciona en el libro -según describen Lin Durán y Manuel Hiram- que Raúl no era capaz de levantar la pierna a 90◦, pero lo hacía de forma tal que impactaba, tampoco poseía flexibilidad pero era fuerte y manejaba distintas dinámicas por lo que captaba la atención del público y que debido a que su presencia era la de un ‘bailarín noble’, era invitado a bailar con las compañías de clásico, invitaciones que él nunca aceptó.

El capítulo tercero relata los inicios creativos dentro del Ballet Nacional de México y su época como bailarín, por supuesto al lado de Guillermina Bravo y en algunos momentos del fallecido director de teatro, Juan José Gurrola. Gladiola Orozco, Patricia Cardona, Alberto Domingo, Manuel Hiram…tantos nombres imposibles de mencionar que fueron testigos y partícipes de la columna vertebral de Canelo.

En el capítulo cuarto Flores Canelo revela su inclinación y preferencia por la creación coreográfica, que lo satisfizo más que la ‘propia interpretación’. Muchas veces sus creaciones poco ortodoxas le provocaron el rechazo del público acostumbrado a una propuesta clásica, sin embargo criticaba a los famosos “happenings” de la época. La literatura fue apoyo en sus creaciones y también creía que el tener un gesto frío e insensible no podía ser adoptado dentro de los grupos nacionales porque ‘el mexicano es por naturaleza emotivo’. Es de notar su aversión hacia las relaciones públicas y su ansiedad e inseguridad al momento de elaborar una obra, sobre todo frente a la toma de decisiones.

De inspiración campirana, folclórica y popular, de comentario social y discurso sobre la provincia, eran los referentes de Raúl que inspiraban la corriente nacionalista, faceta analizada en el quinto capítulo. ‘El corrido del güero Velázquez’, ‘Ciclo’, ‘Adán y Eva’, ‘Pastorela’, ‘La anunciación’, ‘La balada de los amantes’, ‘Luzbel’, ‘Ronda’, ‘El Tramoyista’, ‘La Espera’, ‘Presagio’, ‘Queda el viento’, ‘Jaculatoria’, ‘Poeta, ofrenda a López Velarde’, ‘El bailarín’, son algunas obras que se analizan a profundidad con comentarios de la técnica y algunas notas periodísticas.

La coreografía: el nacionalismo de Raúl Flores Canelo, libro de María Cristina Mendoza Hasta el momento sólo se ha sabido sobre un Flores Canélo que convivió con grandes artistas, por su vasto conocimiento de lo humano, la estrecha relación entre el poeta y el coreógrafo, el afán de lectura, su inclinación hacia lo religioso, y la heterogeneidad, la delicia estética, etc. El ‘otro’ Raúl, en el capítulo sexto, indaga en una parte de su creación a lo que llamó ‘catarsis liberadora’. La danza contemporánea se ponía en evidencia y cuestionaba los mitos que ataban al ser humano que sufría una ‘psicosis sexual’ al reprimir sus deseos. Este tema le motivó a abordar lo sexual ‘sin obscenidad y de forma realista’ en el marco de las pasiones humanas. Su intención era presentar ‘las otras caras de la vida’, los problemas y posibles soluciones, persiguiendo una especie de psicoanálisis social.

Existen otras obras de corte íntimo, al que la autora nombra, obras motivo-introspectivo-biográficas que conllevan una reflexión profunda aunque expuesta de manera sencilla. ‘Solo’, ‘Elegia’, ‘De jaulas y mariposas’, ‘Soliloquio’, ‘Preguntas Nocturnas’, son algunas de ellas.

A través de la grabación en video de alguna de sus obras conservadas por el Ballet Independiente y la Biblioteca Nacional de las Artes, la autora hace un extenso análisis al final del libro de tres coreografías basada en observaciones repetidas del material videográfico. La obra estudiada la dividió en tres subsecciones para facilitar al lector la explicación y la retención de los elementos compositivos. ‘La espera’, ‘Jaculatoria’ y ‘Poeta’ se acompañan de un desglose de escenas, fotografías, rompimientos y analogías.

Cuando murió este hombre que trascendió el arte simple de las recetas nacionalistas, dejó pendientes: Hp caballo de fuerza, con música de Carlos Chávez y Sin rencor, una visión dancística sobre los quinientos años de la conquista de América.

Sin embargo la manera de apreciar los circuitos de comunicación para la danza y ver ese arte como un proceso plural, cuya presencia se cristalina de muy diversas maneras y también a través de la lectura se lo debe a Raúl Flores Canelo fundador del Ballet Independiente. De esta manera confluyen numerosas voces en la historia de ese gran artista abierto a la enorme diversidad, con sus cambios radicales, transformaciones, pluralidad y aprecio al espíritu y belleza, ostento cultural de las naciones.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.