Solsticio de invierno… de los dramas familiares al juego de la democracia

Por: Claudia Magun — 30 de enero, 2018

Por Piedad Teatro presenta Solsticio de invierno, texto del dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig, que lleva la historia de Albert y Bettina, un moderno matrimonio de intelectuales liberales, educados y exitosos, pero también infieles.

Más allá de la cotidianidad y las historias de amor y desamor, Ana Graham y Antonio Vega, como protagonistas, nos descubren una reflexión acerca de lo peligroso que resultan los discursos políticos y las dictaduras, grandes y pequeñas, interiores y exteriores, sobre todo ahora que el país está inmerso en proselitismos políticos de toda índole.

“Repetimos hasta el cansancio una frase que nos enseñaron en la primaria: El que no conoce su historia está condenado a repetirla. Y de historia sabemos algo, como cuáles países vencieron a cuáles otros en tal o cual guerra, un par de cosas sobre el archiduque de no sé dónde o de Stalin, o el nombre de algunos generales. Hemos visto una y otra vez las mismas imágenes aterradoras, y hemos dicho: ¡Nunca más!”, Antonio Vega.

Solsticio de invierno, se presenta lunes y martes (hasta el 13 de febrero) en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, un montaje apoyado en el diseño de escenografía e iluminación de Víctor Zapatero y la participación en voces en off de Arturo Ríos, Concepción Márquez y Lorena Abril Martínez.

Un texto imperativo para estos tiempos que a partir de una metáfora sobre dramas familiares y personajes altamente disfuncionales, plantea problemáticas políticas que atañen a la disfrazada democracia que rige a las sociedades actuales, como dice Ana Graham: “Es una advertencia del peligro que representa no prestar atención a los signos que nos indicarían claramente, si fuéramos más observadores, la llegada de un devastador tsunami de ideologías fascistas y de extrema derecha que está tomando al mundo por asalto…”.

“Se nos olvida, o será que nadie nos dijo que el fascismo no aparece de la nada en forma de ejércitos invasores con uniformes con esvásticas o camisas negras. El fascismo se presenta como si fuera tu amigo. Llega besando bebés, regalando gorras y utilizando eslóganes pegajosos. Se viste de de forma respetable: se pone un traje y una corbata, a veces ridículamente larga”, Antonio Vega.