Danza

Cánticos profanos… exploración de la figura femenina en la obra del Marqués de Sade

Por: Marcela Chávez — 5 de agosto, 2008

Cánticos Profanos: Un Sade Imaginario se presenta en el CENART Inspiradas en la figura mítica del dragón, Dulce Chiang y Alicia Quiñones fundaron Grupo Dragoneros en 2003 como expresión de una “fuerza que nace de la voz y la palabra, fuego que sale por la boca” y, en este caso, se expresa de forma corporal en la propuesta escénica Cánticos profanos: Un Sade Imaginario, espectáculo poético que parte de dos de las obras más importantes del Marqués de Sade: Justine o los infortunios de la virtud y Juliette o El vicio ampliamente recompensado.

Concebido primero como un grupo de poesía, esta compañía artística explora el lenguaje corporal tomando como eje principal la esencia de las figuras femeninas de Justine y Juliette, la puesta artística nace de la palabra poética, de ahí se desprenden las imágenes musicales y dancísticas que posteriormente se conjugan en el escenario.

Es así que en escena se encuentran dos bailarinas, una aérea/contemporánea que representa a Justine, y una contemporánea/flamenco que personifica a Juliette, cuyas coreografías están basadas en la ideología que el Marqués impuso a cada una en el enfrentamiento entre el vicio y la virtud.

“Cánticos profanos… es una crítica a la sociedad de todos los tiempos. Los personajes femeninos exponen el debate al que se ha enfrentado el ser humano en todas sus épocas, la disertación entre el camino de la virtud o el vicio. El Marqués de Sade fue el primero que habló de sensualidad y ésta es una forma de releer su obra. Nuestra obra plantea que no siempre la virtud será recompensada ni que el vicio castigado”, Dulce Chiang.

Cánticos Profanos: Un Sade Imaginario bajo la dirección de Dulce Chiang y Alicia Quiñones Con textos y música original, Cánticos profanos… se presenta dentro del ciclo La Danza y sus especies, del 1 al 10 de agosto en el Foro Experimental Black Box del Centro Nacional de las Artes, un espectáculo que reúne poesía, canto, danza, elementos multimedia y música, como lenguajes para externar y exaltar el impulso erótico en cuanto a fuerza de vida. La voz lleva el hilo conductor de la puesta, a la par de un conjunto coral que interpreta composiciones musicales y literarias profanas, escritas con base en el transitar de las historias de ambas mujeres y los siete pecados capitales, establecidos como reglas de conducta que se pueden acatar o desobedecer.

“Una de las preguntas que dieron pie a la creación de este espectáculo es: ¿por qué Sade escoje a la mujer como victimaria y víctima de los vicios de la sociedad, como lo son, entre otros, la ambición de poder o la lujuria? De ahí el elemento principal de Cánticos profanos es la voz -en cuanto a voz poética y musical se refiere-, que representa la inspiración femenina del Marqués: la musa o espejo que versa y canta en la mente de Sade, propiciando la disertación y el culto a la mujer” Dulce Chiang.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.