Danza

Alquimistas del espacio interior

Por: Oswaldo Valdovinos — 3 de diciembre, 2005

La facultad de volar sólo les es concedida a los verdaderos magos. Aquí no hay medias tintas, no hay lugar para los improvisados y mucho menos para los charlatanes y los falsos funámbulos. Todo simulador es tan terrenal que es incapaz de despegar los pies del piso y por eso es reconocido de inmediato; no importa el oropel con que intente disfrazarse, ni el colorido plumaje y mucho menos la maquinaria espectacular que lo rodee: si no es un verdadero alquimista del espacio, es reconocido en el acto, expulsado del paraíso de los habitantes del éter y confinado a permanecer entre las sombras… Quizás pueda sobrevivir en el mundo de las apariencias, e incluso pueda ser aclamado como un ser del aire, pero lo efímero será su discurso y desaparecerá de la misma manera en que llegó.

Pero todo funámbulo genuino sabe que para despegar es necesario un proceso arduo para lo cual es indispensable una tenacidad inquebrantable para sortear las caídas una y otra vez antes de lograr la primera levitación.

Bajo esta premisa se inscribe Visitante, obra conformada por tres coreografías, “Anabiosis”, “Visitante” y “Las aguas del olvido”, que es la propuesta dancística más reciente de la Compañía Tania Pérez-Salas, en la que el cuerpo, la iluminación, la música y la escenografía se integran en una amalgama visual y sonora que va desde el diálogo plástico entre los cuerpos de los amantes, hasta la comunión de la piel con el agua del olvido, vínculo purificador y catártico del espíritu humano.

Estructurada en cuadros plásticos unidos por transiciones luminosas a manera de disolvencias o pequeños fragmentos de memoria, “Anabiosis” se basa en el concepto de los amantes para quienes “…el cuerpo piensa y el alma se toca. El amor es la unión de dos seres sujetos al tiempo y a sus accidentes. Sólo una renovación de los principios y símbolos fundamentales puede rescatar la concepción de esta cofradía espiritual”.

“Visitante” es un recorrido por la imaginación y los recuerdos, donde “el tiempo y el espacio cobran realidades aparte”. En un espacio donde lo tangible cobra significados diversos en función de la personalidad, representado por cambios continuos de los paneles que forman la escenografía, esta introspección da lugar a una abstracción y subjetividad que “…pueden verse de manera abierta hacia la vida o pueden crear un sentimiento de autonomía y separatividad”.

Por último, “Aguas del olvido” es una coreografía donde el agua es el elemento mediante el cual la exploración del cuerpo adquiere otras dimensiones que integran la plasticidad en un elemento que a la vez puede ser apaciguante que virulento. “Frente al agua en la contemplación. La mujer que limpia las manchas del cuerpo y del alma en el agua. El hombre que sin agua no es. El hombre y la mujer que se entrelazan, siendo uno en el agua…”

Visitante, de la Compañía Tania Pérez-Salas se presentó durante la última semana de noviembre y la primera de diciembre en el Teatro de la Danza.
El canto de las sirenas existe mientras existan Ulises capaces de maravillarse ante tales prodigios.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.